Adriana se levanta todos los días a las 4 de la mañana,
prende la veladora del altar a Xulu y a
media luz se prepara todos los días. Se mete a bañar en una regadera que ya
esta preparada con agua tibia, misma que calentó a punto de ebullición antes de
dormir, calienta un poco de sopa y mientras come le reza a Xulu para llegar con
bien, apaga la veladora sale de su casa con unos lustrosos zapatos y una
mochila en la espalda. Adriana camina todos los días antes de que salga el sol,
escala pequeñas mesetas y riscos, evita las zonas donde los animales salvajes
pernoctan y las atraviesa en silencio con los zapatos en la mano.
Para cuando el sol se asoma y las pequeñas aves trinan
Adriana apenas se encuentra a la mitad del camino, las pequeñas esquirlas de
luz que se cuelan de los arboles le sudan la frente. Durante el trayecto solo
puede pensar en lo bonito que sería tener un aéreomolinillo, así se ahorraría
horas de caminata y podría apreciar el bosque desde las alturas, acompañarse de
las aves que viajan al norte y contar las comunidades de “pajarreces” que
siempre le acompañan en el altiplano.
Los pajarreces son enormes y bellas bestias mansas, con
unos cuernos desproporcionados, unas plumas en la cola y un pico propio de su
especie que habla de su pasado como aves. Nadie sabe cómo llegaron, tan solo se
sabe que su carne es rica en proteínas y puede alimentar a 100 personas, es por
eso que cada fin del verano un Pajarres es sacrificado para Xulu, y la
comunidad lo come entero.
Pasado ya unos minutos las bestias se devuelven al mirar
el frondoso bosque lleno de vida, una extensión a kilómetros de la ciudad, y es
la que protege los pilares que amurallan la pequeña ciudad de Tzin, Adriana se
dirige allá, y es por eso que debe caminar 3 horas hacia la escuela. Por eso
piensa tanto en un aeromolinillo, que es una palo con rehiletes que viaja a
grandes velocidades por los aires, si tuviera uno llegaría en 40 minutos sin
mayor problema, no habría que ensuciarse los zapatos, pasar en silencio para no
sufrir peligros ni levantarse tan temprano, el problema es que un inmenso lago
recubre la periferia de su comunidad y el único modo de salir de ahí es rodeando
el camino del agua.
Cuando llega a la escuela es recibida por todos sus
compañeros recién bajados de su aereomolinillo, con la ropa limpia y los
zapatos lustrosos, quienes ansiosos le preguntan cada día que paso de nuevo en
el camino a la escuela, ella se sienta en el árbol de naranjos y con agudeza
mental les retrata del como los pequeños azurines se pelean entre ellos para
comer, sus compañeros emocionados vuelven al salón mientras que Adriana tiene
que forzar la marcha para llegar al pupitre y descansar los pies.
Cuando entra al salón se quita la mochila y una sombra de
sudor le envuelve la playera, a escondidas se quita los zapatos manchados con
fango y descansa los pies para curarse los tobillos ampollados. Cuando el
profesor llega Adriana tiene que permanecer atenta a la clase, y a pesar de que
ama la escuela le es complicado concentrarse, siente que su cuerpo se apaga y
su organismo prioriza en la necesidad de dormir más que en la de poner
atención.
Cuando llega la hora del receso saca de su mochila un
recipiente con frutos y carne de Pajarres con el cual comerá sin mucho ánimo, a
pesar de que en su pueblo la comida es escasa. debido al festival del Dios Xulu,
lleva ya 3 semanas comiendo lo mismo. Cuando ha terminado, se acurruca en el
asiento y duerme por 10 minutos, efectivamente el sueño es reparador y le
devuelve un poco las ganas de estudiar.
Los maestros adoran a Adriana, saben el sacrificio que
tiene que hacer día con día y le tratan bien. Están entusiasmados acerca de sus
motivaciones, y aplauden las altas notas que saca.
Y aunque se siente bien que los maestros entiendan su
sacrificio, ese bienestar solo dura 10 minutos, cuando la presión de sacar
buenas calificaciones para conservar la beca le inundan la mente.
Adriana se esfuerza para estudiar una carrera
universitaria, se encuentra especialmente fascinada en la ingeniería civil, y
le gustaría que su pueblo estuviera conectado en un puente, así se acortarían
los tiempos y más personas como ellas no tendrían que caminar tanto.
Cuando la escuela termina Adriana se despide de sus
compañeros y se acerca al mismo árbol donde cuenta sus historias a tomar una
naranja, sin embargo esta vez no quedaba ninguna.
El camino de regreso es aún más pesado y se detiene por
periodos para descansar. Podría quedarse
en la escuela, pero desafortunadamente la comunidad es muy estricta en ese
aspecto, solo viven 80 personas, mismas que se dedican al cultivo de frutos y la
exportación de pajarreces y flandues, la comunidad es preciosa y llena de
flores, pero terriblemente pobre, los días son soleados y las estrellas se
pueden ver inmensas cada noche, debido en gran medida a la prohibición de
tecnología.
Cada tiempo, el gobierno le otorga a 3 jóvenes la
oportunidad para asistir a estudiar a Tzin, hace 2 años Adriana salió
seleccionada, y aunque el pueblo es muy severo se les permite la salida para
“traer nuevos conocimientos”, las personas de la comunidad no suelen esforzarse
en la escuela y mucho menos están interesados en salir de su hogar, cuando Adriana
salió seleccionada en un primer momento la idea le parecía grandiosa, sin
embargo hoy sufre cada día por poder atravesar el bosque.
Ese mismo sufrimiento desemboco en una pérdida de
conciencia justo antes de llegar al altiplano.
Adriana cayó por un agujero profundo y se golpeó la
cabeza, si bien ningún golpe pasó a mayores si se vio imposibilitada para poder
salir de ahí debido a su debilidad y a sus ampollados pies.
Atrapada en un agujero en el bosque, sola, con la noche
ganándole a la tarde. Adriana parecía no estar interesada en salir, ya lo había
intentado todo y naturalmente el cansancio se comió sus motivaciones, No le
quedaba más que prepararse para dormir y rezarle a Xulu, para pasar la noche.
Mientras descansaba y algunos animales de la noche
rondaban Adriana se soñó en otra vida, una donde la gente del pueblo se
encontraba dispuesta a salir a descubrir y adaptar las bondades de la
tecnología, donde cerca de su comunidad se encontraba una escuela en todos los
niveles posibles, donde todos tengan Aereomolinillos para desplazarse por el
mundo, donde cada día al llegar a la escuela no la feliciten por hacer el
sacrificio ni tener que contar historias de animales peleando. Donde las
oportunidades sean iguales para todos, donde no se entienda la desigualdad romantizada
y se le dé la seriedad debida para que menos personas como Adriana caigan de
agujeros por querer alcanzar sus sueños.
Paso un día hasta que la comunidad y la escuela se vieran
en la necesidad de buscarla.
Sus familiares guiados por lazarillos de fuego, sus
compañeros que tanto esperaban sus historias y los maestros que tanto la
querían en aeromolinillos buscaron por el bosque hasta que alguien dio con
ella.
Cuando se despertó en el hospital de la comunidad escucho
a algunos profesores hablar del gran labor y del sacrificio que hace día con día,
y de cuan valiente es por imponerse para superarse, al momento de verla
despierta su madre le pidió que dejara la escuela y se dedicara a trabajar en el
pueblo en la cosecha de Jades, Adriana negaba con la cabeza hasta que su
profesor alzo la voz. Durante 5 minutos el maestro insistió en que no abandonara
la escuela. Pero solo recibía negativas de su madre, cansado de insistir salió
del hospital y subió a su aereomolinillo. Adriana a lo lejos observo a los compañeros
y profesores elevarse y despedirse de ella. El profesor junto las manos en la
boca y le dijo; ¡No te des por vencida! Y se marcharon en su transporte que los
llevara a sus hogares en menos de 40 minutos. Adriana sonrió un poco pero
apenas lo hizo la sonrisa se le borro del rostro.
Fue ahí cuando Adriana entendió que sus profesores y
amigos no entendían lo que sacrificarse significaba, y que intentar salir de la
comunidad pasaba de hacer un sacrificio, a convertirse en uno para Xulu.
Dejo la cancion del dia:
Mucha Suerte, Yo del futuro.
Dejo la cancion del dia: