jueves, 26 de febrero de 2015

A Fuego Lento...

Habia fuego en la avenida, era un incedio que al mecer del viento bailaba canciones de sollozos, la dinamita era el detonador en los brazos de la pobre chica, aun temblando y con los ojos dilatados sonreia con temor frente a la calida luz colorada.
¿Cuanto vale la vida?
-La tuya para mi nada, la mia lo vale todo, tu valor no hace divisas con mis sentimientos...
Dicen que morir bajo el hambriento fuego debe ser horrible, otros dicen que se muere primero la sensibilidad y con ella la muerte deja de temerse, ella pensaba que el dolor de la muerte era el desprendimiento del alma, que era simplemente otros gritos de rutina que seguramente se irían a otros ojos que pudieran visualizar la desesperación humana.
-El olor de los cuerpos a las brasas era incomodo pero familiar, gajes del oficio...
-No se si el sufrimiento humano pertenezca al plano, ¿humanzar humanos en un mundo cruel? ¿Inventar la palabra humanizar para empatizar con seres despreciables que creen que pueden arrebatarlo todo sin pedir permiso ni devolver nada a cambio?
-Lo unico para que nacimos y es seguro es para morir, descomponerse y devolver todo el daño causado...
En evidencia todos los humanos no somos iguales, pero nacimos sombreados por desprecio, un odio del cual solo se exime el hombre, cuando un hombre contagia la fruta fresca de la podredumbre...

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