"Nunca me daré por vencido
traigo unas canciones que hablan
de los rayos que un día iluminan
la extraña vida de cosas muertas.
traigo unas canciones que hablan
de los rayos que un día iluminan
la extraña vida de cosas muertas.
Lavo las historias pasadas
como quién lava las camisas
a la velocidad de las plantas
te diré todo lo que me pasa.
como quién lava las camisas
a la velocidad de las plantas
te diré todo lo que me pasa.
Y aunque estoy tan perdido en todo
y pienso incluso en abandonarme
nunca me daré por vencido
despierto el rayo que vive adentro."
PrehistÖricos/Rayo Adentro
Deberías de entenderme en la calma, cuando estoy callado, cuando parezco perdido en mi universo, completamente destartalado.
No estoy acabado y quizás es eso lo que me intriga, que puedo aun moverme despacio, deslizándome en hojas de papel arrugadas por los textos que no gustaron.
Camino en automático, en una senda férrea, congelada en sus kilómetros que retan a la vista. No tengo frenos, la gravedad me mueve sin rumbo.
Es una suerte que mis círculos perfectos no se hayan abierto, aunque completamente deformados pueden sostenerme, sostenerme ahora que peso en quilates.
Soy una piedra, una forma física raspando el metal con la inercia, formando tiempos precisos acompañados por tímidos violines que emergen unos segundos para callarse, armoniosa futilidad, tierna desgracia.
Pasados algunos cientos de kilómetros me detengo abruptamente, la piedra, el auto y mi circulo se apagan, a pasar la noche en los metales preciosos, cubierto por la tosca piedra afilada.
Detenme ahora que no me muevo, sacame del camino, trenzame los brazos del hastió.
Quiero quedarme sujeto a algo, acompañarme de una fuerza mas grande, anudame el alma.
Metete en mi espíritu, pincha mis extremidades para que enciendan, para que vuelvan a bailar con los violines, con el arpa de la alborada, con el celo del violonchelo.
Atascame el bombeo, rasgame las arterias, haz de ellas un columpio y con los pies pateame los pulmones, logra que me despierte.
Despiertame de estos tiempos egoístas, de esta época de seres sufrientes, lastra con cuidado una recta hacia el norte, dirigeme con cuidado de no sangrar con mis filos tus negras manos. Empujame hasta tomar fuerza, insiste hasta que me levante, hasta que te levante y te encamine hacia las nubes, hasta hacernos sutiles sombras en las estrellas.
Donde los grandes vendavales sean los únicos que me golpeen, y pueda olvidarme del acero del suelo.
Pulirme con sus ventiscas y volverme una piedra de valor.
Dejo la canción del día.
Mucha suerte, Yo piedra del futuro...
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