Toda esta introducción de palabras bonitas no es mas que mis necesidad nata de tratar de agradarles y no decir que todos somos unos hipocritas, y no me malentiendan, se que a ciertas palabras se les da una carga que no les corresponde, y una de ellas es la hipocresía.
Si nos ponemos a pensar somos hipócritas todo el tiempo, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, todo el día, todos los días de nuestra vida.
Fingimos mucho. Yo por ejemplo pretendo dar la impresión de que no me gusta Luis Miguel, pero La Bikina interpretada por el es una de mis canciones favoritas del regional Mexicano. Y la lista sigue con muchas cosas.
Pero dentro de toda esta falsedad natural del ser, hay un pequeñísimo lapso de tiempo donde dejamos de pretender y toda la carga recae para darnos vueltas la cabeza, ese lapso es cuando apagamos las luces, nos metemos en las sabanas y el cerebro empieza a hilar, armar y deshacer hasta alcanzar esa característica sensación de miserabilidad nocturna.
Donde por un momento hasta caer dormidos juntamos todo nuestro ser en la cabeza y analizamos sin las caretas a la vida, ese momento intimo que pocas veces se llega a concretar con otra persona genera una válvula donde el pensamiento desecha toda la carga del día y al mismo tiempo pone otro tabique en la barrera de la mente.
Dicen los sabios que este comportamiento hipócrita puede eliminarse, pero no sucedera si no vuelvo la próxima madrugada a indagar en el acto antes que la mañana me absorba, me ponga en alguna situación donde tenga que armarme de algo que no soy y sobreviva hasta la noche donde todos los pensamientos se vuelven permeables y yo miserable.
Dejo la canción del día.
Mucha suerte, Yo permeable de la madrugada.
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