lunes, 10 de febrero de 2020

ODISEA SANGUINEA

"Junto a la hemoglobina me fui, ya no sangro más...”
Motor Psico / Los Redondos

-¿Usted se considera una persona sana? me dijo el médico con una inexpresiva cara señal de estar capturando datos toda la mañana.
-Sí. Le dije.
-¿Hace cuánto no se enferma?
-Como 3 años. Repuse y él suspiro cansado, me advirtió que la entrevista se pondría más personal e incómoda...


Y ahí estaba yo, empecinado a donar sangre.

Esta playera una señito me la vendió en 30 pesos y fue la mejor inversión que hecho en mi vida.


Hace unos días una amiga del trabajo me llamo para saber si podía donar sangre, lo pensé unos segundos y le dije que sí. Colgué  la llamada y me senté en el sillón, asustado por el compromiso. Es que no me gustan las agujas, me dan miedo y siempre trato de evitarlas.

El tema no es nuevo pues mi mamá sabe inyectar y siempre que nos enfermábamos recurría a ellas para mejorarnos pronto, tengo espasmos de memorias de mi papá sujetándome entre sus piernas con fuerza para que mi mamá pudiera intervenir. Es un mal recuerdo, que se siente mal de pensarlo y ahora, traerlo a la realidad me provocaba más angustia.
Imagínate que cuando me dio dengue me sacaron una muestra y le vomite el zapato a la pobre enfermera. Su zapato era de piel, recién boleado con nugget blanco, era bonito hasta que le aventé la bilis amarillenta con una precisión inhumana. Ella sonrió y me dijo que no me preocupara, imagino no era la primera vez que le tiran fluidos. En su zapato, claro está.

Trate de no pensar en eso y el viernes por la noche me llamo para confirmar, volví a decir que sí. Imagine que el dolor de donar sangre no era mucho comparado con el de la persona que tenía la necesidad de la misma, así que si podía donarla, lo haría.

Me costó trabajo dormir, me desperté unas dos veces de sueños extraños que no recuerdo, hasta que dieron las 6 de la mañana y pude levantarme.
Pasaron por mi antes de las 7 y unos 5 minutos después estábamos sentados en unas incomodas bancas de plástico en el segundo piso del hospital.
 Había de todo menos niños, adultos en su totalidad y en su mayoría hombres en silencio frente a una sala que tenía un mostrador y una puerta en su frente.

Un hombre grito buenos días y todos volteamos, era el trabajador que nos orientaría. Hablaba demasiado rápido como para procesar sus palabras a las 7 de la mañana, de vez en cuando soltaba un chiste y todos reían, al parecer le gustaba la comedia, cosa que pude comprobar más tarde cuando con su compañero hablaban de Franco Escamilla y su especial de Netflix. Conecto su bocina y puso música instrumental, que con el paso de los minutos se convirtió en un bucle de "September" de Earth Wind and Fire.

Nos formaron, y empezaron a capturar nuestros datos uno a uno. Para ese entonces ya había pasado una hora y aun no me retiraban la muestra. Tuve que esperar un poco más y cuando me llamaron me senté en una silla en la habitación del frente, atrás del mostrador junto a personas que esperaban también. Me coloco una liga con firmeza en el brazo y me inyecto, puso un recipiente en la jeringa y vi como salía la sangre. Fue horrible, debió durar unos 20 segundos pero yo los sentí eternos. Cuando salí, tenía un dolor en la coyuntura y un algodón con alcohol cubriéndome la herida.

Me senté y unos 15 minutos después, el hombre se paró de nuevo y dio las instrucciones, el proceso y lo que podía sentirse después de donarla, recalcando a los hombres decir cuando, al momento de la extracción se sintieran mal, notificarlo, pues podían tener vómito, mareos y perder el control de esfínter.
"Ay, no había pensado en la popó". Ahora tenía más miedo, imagínense que con la muestra que me sacaron me puse nervioso y la vez pasada vomitado. Ahora además de perder sangre perdería el poco honor que me queda.

-No, esto no va a pasarme. Me consolé y me fui al baño a retirar todo lo que llevaba cargando.

Un momento después llamaron a personas para que se agruparan, no eran candidatos para la donación y los devolvieron a su casa.

No me llamaron, entonces al parecer todo estaba en orden y había pasado el primer filtro.
El hombre detuvo la música y giro una pantalla y nos notificó que este segundo paso era el más tardado y duraría un promedio de 3 películas. ¿Por qué eligió de unidad de medida una película? pues fácil, conecto el HDMI y abrió Netflix, puso una película bélica y poco a poco iban llamando a 5 personas para el segundo filtro; la entrevista.

La entrevista parecía complicada, rechazaban a muchas personas. Unas de ellas eran dos hermanos que devolvieron y no pudieron donar sangre para un familiar. La madre les preguntaba porque y ellos en silencio pretendían desconocer.

Paso la primera película e inmediatamente después puso la de Zohan, que horrenda película, no estuvo bien ponerla, de hecho, bajo cualquier situación no es bueno ponerla.


Ya habían pasado tres horas y seguíamos sentados en esas bancas que daban la sensación de alentar el tiempo, en seguida, el enfermero nos llamó y no sentamos en unas sillas igual de incomodas pero que daban al frente a las camillas que utilizaban para retirar la sangre. Colocaron a un hombre de unos 55 años y lo picaron, la sangre empezó a correr hacia una máquina que contoneaba la bolsa donde empezaba a llegar de un color rojo oscuro. Me puse muy nervioso, y para colmo, al término de la película, pusieron el especial de Franco Escamilla. Era como el infierno para mí.

No me gusta su comedia, es simplona y complaciente, cae en los mismos lugares siempre, es el mismo hombre que a través de la historia ha contado lo mismo por su privilegio masculino, no se arriesga. Pero bueno, no vine aquí a hablar mal de él... Aunque debería.

Durante ese proceso me dieron una caja grande de Boing de uva, la cual me bebí con rapidez.

Me llamaron y entre a una habitación oscura con un médico de unos 28 años, ya completamente abatido de preguntar lo mismo por horas, de darle luz verde a gente y de rechazar a otras.

Me advirtió que la entrevista se pondría MUY incómoda, y así fue, cada pregunta era más íntima que la otra, se sentía como si se metiera en mis entrañas y con una lupa escarbara en las tripas para encontrar cualquier cosa.

Finalizo preguntándome si me había metido con una sexoservidora. La verdad me dio risa, pensé que seguro uno de los tantos rechazados se había revolcado con una honorable mujer de la noche, el tomo mi risa como duda y nerviosismo, lo vi en sus ojos, y me dio pena, lo cual empeoro las cosas.
-No, lo juro. Le dije.
Se tallo los ojos y me dijo que era candidato, me dio una hoja con todas las respuestas de mis preguntas y procedí a dárselas al hombre de las películas.

Olvide decirles que iba con un familiar de la persona a la cual iban a operar y por eso necesitaban la sangre, le dijeron que no. Así que me tome esta batalla más personal y decidí hacer hasta lo imposible para darle medio litro de mí.

Me recosté y finalmente comenzó a prepararme,  encajo la aguja y no sentí nada, creo esta vez porque ya no se trataba de dolor, sino de en realidad apoyar.
Me puso cinta para fijarla y preparo el instrumento. La sangre salió.
Era muy oscura y brillante.

Al tiempo que salía, yo apretaba y soltaba la mano, haciéndola puño y luego devolviéndola a su estado natural, la sangre se mezcló con el anticoagulante y bailando se nutría en la bolsa cada vez más llena.




Después de 10 minutos la maquina se paró y pito, el enfermero me pidió que descansara 10 minutos y retiro todo. Me entrego una bolsa con un huevo duro, una guayaba y una torta de queso con jamón.

Salí de la sala con la mano débil, y un papel constancia de donador.
Me agradecieron mucho. Decían que había hecho algo muy grande para ellos, pero en realidad había hecho algo más grande para mí; le perdí el miedo a las agujas y al final, me regalaron un desayuno completo que no estaba nada mal.
Durante todo el día me sentí bien de poder ayudar a alguien y de comprender una noción de la vida de otras personas que nunca había experimentado.


Perdí sangre, pero gane corazón.... (Aaaveeeeda, pinche frase cursi que me avente.)

Dejo la canción del día...


Mucha suerte, Yo Donador del futuro.




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