Entre la oscuridad se encontraba agonizante, con los ojos mirando hacia la nada, nadie quería resumir su vida, ni siquiera su propio cerebro. nada valía la pena para recordar.
Eran solo instantes desalentadores que nadaban entre gritos de anonimos muy bien conocidos, sabia su pasado y se negaba aun despidiendose del respiro a recordar las cosas que hizo.
Era un momento que no se merecía, no merecía morir de esa manera. El karma para el no existía, nadie tuvo el valor de cobrárselo y muriendo la vida fue demasiado amable para el, que tristeza era encontrar su pasado en el hoyo.
Cuando despertó de la oscuridad estaba en un desierto que rebosante en niebla pesada le dejaba ver solo sus manos.
Pensó en agacharse, pero cuando bajo la cabeza una sabana de intestinos húmedos y rojizos lo detenía, cada hebra llegaba hasta el infinito, la mucosa se aferraba a sus zapatos impidiéndole caminar correctamente.
Había un niño gritando, en alguna parte del lugar. el ruido se propagaba en todas las direcciones golpeándolo numerosas veces,
se le ocurrió escarbar rompiendo los patrones de intestinos que le daban soporte, pero era inútil; la sangre amarillentada por la pus emergía escandalosamente comiéndose el espacio mientras un millar de gusanos se le acercaban con la instintiva acción de comer.
Los gusanos pululaban alegres comiéndose su vestidura, reproduciendose en el banquete el millar se comenzo a millonizar.
Pero aun así no había dolor ni sonido algunos mas que el de las pequeñas larvas raspando sus añejados huesos, sin tocar ningún órgano vital la sangre se convirtió en la porquería en la que nadaba de sabor amargo y espeso respiraba normalmente...
Dejo la canción del día.
Suerte, Yo del futuro...
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