sábado, 11 de julio de 2015

La Armadura

No creo que ya nadie pueda
salvar lo que yo he dejado atrás
tirado por tantas curvas que a mi me ha dado por esquivar,
No creo que la culpa se vaya
lejos si no hago espacio pa' que el
presente se haga ancho no tenga nada con que chocar...
Antes Que/Camila Moreno

Creo que uno de los peores errores que nuestro creador (Llamale Dios o tu deidad favorita por defecto) pudo haber creado es el arrepentimiento, la sensación de haber hecho algo mal y no poder arreglarlo, ese picor amargo envuelto en el hubiera...

En un oscuro lugar que ya no se encuentra en el presente, que se ve en miniatura por el largo camino trazado puedo ver un brillo que aun me lastima cuando volteo atrás, un reflejo del sol del norte que penetra en mi armadura.
¿Sera que soy de platino?
Ilumino con ese cansado brillo todo el lugar, sin éxito trato de ocultarlo con sabanas azul cielo, pero aun iluminan las piedras y con ellas las cucarachas se esconden por las aberturas.
No se hacia donde voy, pero presiento que me dirijo hacia el noroeste, donde las montañas están pintadas de blanco y la gente parece ser mas gruesa de lo que es.
Sí, me dirijo a un lugar frió, las sabanas no son suficientes para matar el frio, esta armadura esta a varios grados bajo cero, estar aquí me hace querer volver, desafortunadamente estoy mas cerca de lo incierto que del confort tropical del sur.

En medio de la curva esta la culpa, el remordimiento con una gravedad tan enorme que me hace agachar la cabeza, si tan solo hubiera podido hacer las cosas correctas.



No quiero que llegue la noche; me cubro con 6 enormes cobijas, tiro la armadura y me pongo en posición fetal...

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8...

¿Que seguía? ¿Creo era el 9, o sera el 10...? ¿Los niños saben esto desde los seis años, o era a los 5? ¿Sera porque crecen mas rápido? ¿Si crecen mas rápido tienen mas vida, y por ello mas remordimiento? ¿Que se sentirá matar a un hombre a los 13 y vivir con la ansiedad eterna de una pésima opción? 
Una vez robe un chocolate de la tienda, y aun me siento mal por eso...

Oigo ruidos rondando la cama, no me muevo, no quiero, no puedo.
Aprieto los dientes mientras le suplico a las fuerzas ancestrales que me protejan.
Asomo un poco la cabeza descubriendo solo un ojo, es un hombre, de unos 36 años, con una barba descuidada cubierto por 3 ponchos que deben pesar mínimo tres kilos por la suciedad de su ropa. Mis ojos se dilatan y el estira su mano como invitándome a un lugar, le digo que no con la cabeza, aprieta con fuerza una de mis cobijas y jala de ella como esos trucos de magia donde no se deben caer los vasos y platos.
Aprieto la siguiente cobija y le grito con voz muda.
-...-
Se calla, toma mi armadura de platino, me pone el casco en el poco cabello que se descubre,
me levanto con miedo, siguiéndole en juego tomo lo demás y la incorporo a mi cuerpo, esta muy fría, el sudor hace que unas partes del cuerpo se peguen a la armadura...
¿Que querrá?

Choca su mano con mi hombro y me lanza a la calle, hay tanta nieve que medio cuerpo se oculta, trato de huir pero es imposible, no con una armadura pesada.

¿Quiere mi hígado o mi corazón?

Salta a la superficie, me ata con una cadena de metal, tan fuerte que atenta con la integridad del platino.

¿Porque traje la armadura?

No corre, se desliza por la nieve a la vez que soy arrastrado como en esas películas de vaqueros, hay tanta nieve en mi cuerpo que aunque no pueda verla la siento azul.
No opongo resistencia, dejo que las piedras filosas me corten la cara, sangre congelada.


Puedo volver siguiendo el rastro de sangre, ¿Pero quiero volver?

La nieve se degrada hasta convertirse en tierra, la nieve que se metió en mi cuerpo ahora es agua helada, puedo ver el reflejo de nuevo, pero estando en el suelo es imposible que mi armadura la refleje...

Toma vuelo y girándome con una velocidad descarada me lanza directo a una caja vieja, en el aire puedo ver el sol del norte, ahora si mi armadura se refleja.
Caigo a un lado de un contenedor enorme color blanco, levanto la mirada y esta alcanzándome otra vez. Se quita los ponchos y los lanza al contenedor, queda en una playera verde, la reconozco perfectamente.
Toma mi cara ensangrentada y quita el casco de mi cabeza, estoy brillando tanto que entrecierra sus ojos, pobre hombre desubicado...
 Volteo al contenedor, lo entiendo, entiendo el porque me trajo, lo entiendo a el, lo entiendo todo. Me paro integro y me quito la armadura, la lanzo al contenedor, el se desvanece con una sonrisa, esta vez no estoy brillando pero el contenedor si, eso reflejaba todo, el sol del norte no es el culpable, es el contenedor...
Me quito un peso de encima.

Volteo al lugar tropical del que vine.
Ya se a donde voy...
A nadie le sirve una armadura, ni en el calor ni en el frió...
A nadie le sirve una armadura en ninguna circunstancia...



Dejo la cancion del día.





Mucha suerte, Yo señor con 3 ponchos sucios del futuro...

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