martes, 30 de mayo de 2017

Corazones Rotos


"Sit down beside me and stay awhile
There are shadows
til we're old and grey
til we got nothing, left to say
Cause thats what we are
Thats what we need
cause thats who we are
Thats what we need"



*Esta entrada fue enteramente escrita bajo los influjos de esta canción, pueden acompañarla mientras leen la entrada.*


¿Han experimentado la ansiedad?

Ese palpar galopante que toma velocidades estridentes, que en su apacible coraza guarda agresivos arrebatos de sudor y exhalaciones.

Hablo desde el epicentro de una ansiedad que aveces me limita la exterioridad, hablo de ella porque aunque se muestra apacible y sumisa en los días buenos es capaz de desencadenar una reacción de duelo que es difícil de controlar y explicar, les escribo sobre ella tratando de marcar con una linea recta los parámetros que desemboquen en la lóbrega sombra de su naturaleza.

Es a grandes rasgos una parte de todos los seres que muy pocas veces o casi nunca sale a relucir en las conversaciones; es tan discreta y liviana que carga en sus hombros sin mucho esfuerzo el paso de los años pasados y de los venideros, es en esencia la melancolía sobreexcitada de la que todos somos anfitriones.

Escribo de ella con la mas poética intención de manipular sus rasgos para que no agite mis noches, ni vuelva sonoras mis mañanas. Con la intención de bailar un vals que la apacigüe para poder salir de este largo rastro de austeridad que me desploma y me entume.






Describo con ella los paisajes angustiantes de las frías mañanas, terciopelos agitándose vigorosamente en el frió helar de los vientos del sur, de ese sur descrito bajo la emoción que me domina; como un efervescente lugar que sirve de muelle para descongestionar el ir y venir de cientos de miles de viajeros, de cientos de miles de lugares, de cientos de miles de colores de piel y de cientos de miles de terremotos donde se concentra la ansiedad como un apremiante delicatessen de las decepciones.

Me siento con ella en respiraciones largas para nublarla y disminuirla de su exacerbado ego, descrito musicalmente como voces de sirenas a unas pocas lenguas del muelle.
Me siento con ella esperando que en su silencio se escapen los suspiros de anhelos que lentamente me ha robado. Como cuando pedaleo con fuerza en mis entrañas consiguiendo tumbarme en la cama, solo para recordarme que su presencia es una fútil batalla que siempre sopla a su favor.
Me siento con ella en la ironía de este bienintencionado desdén de palabras, fingiendo el valor y apretando los intestinos para no ceder a su nubosa concentración de toxinas.

Me siento y la invito a bailar el vals anhelado, pero solo voltea la cara hacia la niebla del sur como diciéndome con la mirada que seré arrastrado a su puerto.




Prometo ir con ella si en algún lugar de su varadero cede a bailar, pero solo sonríe un poco y se queda callada, sabiendo que sin el baile terminare en la proa de algún barco con dirección a ese lugar donde cantan las sirenas, donde realmente las personas poco se detienen a hablar. Se quedan ahí por un tiempo y vuelven al muelle fingiendo que no paso nada, en la hipócrita noria del establecimiento moral de lo "correcto".

Me siento con ella temblando después de invitarla a bailar, cronometrandome la cordura antes del inevitable viaje hacia donde las emociones se funden en un aluminio con forma de nudo, del mismo nudo que se fijara en el navío para volver cansado y con la aún tibia mentira de no haberla vivido.

Sonríe pues valora que nadie la valore, valora la intensidad con la que se presenta por primera vez y arponea los corazones de la juventud que nunca había sido advertida sobre ella, sonríe pues hablo de ella en esta entrada solo para advertir a los viajeros del canto de la sirena; flagrante tropel de los corazones rotos.





Dejo la canción del día.






Mucha suerte, Yo ansioso del futuro

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